lunes, 19 de marzo de 2012

Levantarse con el pie izquierdo en lunes

Lo de hoy es empezar la semana con mal pie, y de mala leche conmigo misma. ¡Qué asco!

Suena el despertador a las ocho en punto, como siempre. Pues nada, me quedo cinco minutos (como siempre, juro que no son más de cinco nunca) que se convierten en más de una hora porque no sé por qué motivo se me da por quedarme dormida. Vale. Bueno, una hora menos, no pasa nada, lo puedo compensar por la tarde. 

Me levanto resignada y todavía de buen humor, pero me doy cuenta de que el mareo que sentía no era un sueño, no, no, me levanto mareada como si acabase de bajar de una montaña rusa. ¿Por qué? A saber. En estas ocasiones camino como un pato y parece que voy un poco borracha, pero no, es que de vez en cuando tengo vértigo que se me suele pasar en poco tiempo y me queda una sensación un tanto rara el resto del día que es bastante llevadera. Bueeeno, pase también.

Enciendo el ordenador con la intención de revisar un trabajo de Medición que tengo que entregar mañana y que ya tengo hecho. Vale, primer objetivo de la mañana en marcha y cumplido en algunos minutos. Nada que cambiar, listo para enviar. Parece que la mañana se va enderezando y me relajo.

Valiente imbécil.

Termino de revisar el trabajo y satisfecha guardo folios y me levanto para coger un libro de la siguiente tarea que tengo pensado realizar. Me estoy levantando de la silla y me pego tremenda leche contra la esquina de la torre del ordenador con la rodilla de frente. Qué dolor, me tumbo doblada en la cama con cara de Ay y maldiciendo en cuarenta idiomas e insultando al ordenador casi en la lengua negra de Mordor. Mientras se me pasa me voy dando cuenta de que la rodilla me va a doler el resto del día (yo cuando me la pego, me la pego, y es a menudo) y me dan ganas de tirarme por la ventana cuando me doy cuenta de que es la rodilla que tengo bien (puestos a pegarla, prefiero la rodilla que ya está jodida, pero no, ley de Murphy). 

Visto que el mundo me odia hoy, me voy a desayunar a la cocina y.... no tengo zumo!!!!! Me muero. Es mi única fuente de azúcar posible por las mañanas y sin él mi cerebro va lento y pesado. Miro en el frutero y .... tampoco hay plátanos!!!! Hay cuatro manzanas que no me puedo comer porque por las mañanas me hacen daño. Vale, me limito a mi leche con cereales (sin lactosa ella, sin azúcar ellos) y me vuelvo a la habitación cabreada. (Aviso a cierta lectora improbable: está bien que ahorres, pero no me mates de hambre por la mañana).

Me pongo con otra de mis tareas pendientes y nada, que no me concentro; estoy dispersa, me enteretengo con el vuelo de una mosca (y eso que no hay) y la rodilla me recuerda su presencia latiendo como si fuera a darle un infarto.

Y a todo esto, yo me pregunto ¿el mundo hoy no quería que madrugara, no? Ya me lo parecía a mí. Pena no haberle hecho caso.

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